Cada uno de nosotros recuerda con cariño algo de la infancia, y en ocasiones ese algo, o esos "algos" son series de dibujos animados que, probablemente, marcaron un antes y un después en nosotros, o simplemente han hecho que hagamos gala de nuestra gran imaginación haciendo historietas, dibujando o hablando con los compañeros de clase.
Si, posiblemente sea la serie de dibujos animados (bueno, anime) que más cariño le tengo y más recuerdos buenos poseo. Éste es el Opening en castellano, que me encantaba y llegué a aprendérmelo entero de memoria, hasta imitaba a la perfección la voz de Hamtaro.
Junto a Digimon (Adventure, la primera y la Tamers (la tercera)) es la serie que más cariño le tengo de pequeña y a día de hoy sigue igual. Mis gustos y mi cariño hacía ellas aún no se ha perdido. Recuerdo que no pasaba ni un día sin que viera los capítulos en Fox Kids, y el chasco que me llevé cuando tuve que quitarme ONO, sin poder verlo, o al saber que retiraban Fox Kids... ese canal jamás debería de haber dejado de existir.
Los Hámsters me parecían adorables, todos bien conseguidos, graciosos, y las voces de doblaje también me gustaban muchísimo. Cada capítulo nuevo era una nueva aventura, y yo me emocionaba muchísimo con ellos. Además, al igual que con las temporadas que he mencionado en Digimon, en especial la primera, te enseñaban valores: ayudar a los demás, cuidar a tus amigos, la importancia de la amistad, entre muchas cosas más (cosas que poco transmiten las series de hoy en día, no hay que negarlo).
Recuerdo además, que gracias a ellos me adentré en el mundo de los videojuegos. Si, como lo leéis. Aunque hubiese jugado tiempo atrás a juegos en la NES, la SNES o la PlayStation X, no me interesaba lo más mínimo el mundo de los videojuegos salvo para algún momento divertido muy puntual. Prestaba más atención a las series de dibujos animados, salir a la calle a jugar (algo que igualmente se hecha de menos estos días con la infancia actual, ¿no?) y a dibujar y colorear que en los videojuegos.
Y un día, yendo a un centro comercial, lo vi. Era una bonita Game Boy Advance, de las primeras. Como dije en la primera entrada de "Parecidos Videoconsolelísticos", cuando la vi fue como ver en primera persona el Digivice de la primera temporada de Digimon. Hasta ahí normal, si muy bonita. Cotilleando los videojuegos vi algo que a mi me resultó increíble: ¡Hamtaro tenía un videojuego en esa consola! Me puse tan contenta que si me hubiesen dejado, hubiese caminado hasta por las paredes.
Se trataba de Hamtaro Rompecorazones, y mi primera videoconsola propia. Si, en ese mismo instante mis padres (y mira que a día de hoy me parece raro que hicieran esto, pero se lo agradezco mucho) me lo compraron. Estaba tan ilusionada que no veía el momento de llegar a casa tras el viaje en metro y probar mi nueva consola y mi nuevo videojuego.
Lo primero que hice al llegar a casa fue abrir la caja del juego como una loca descosida y leerme el manual de instrucciones. Desde aquel momento creo que ya es una especie de tradición por mi parte leérmelos todos, al mínimo detalle. Me enamoré de sus páginas. Las pantallas que me mostraban el manual, el planfeto del mítico Nintendo VIP, y en especial, un apartado especial en el manual que te mostraban algunos personajes del juego. Esos dibujos de los hámsters que allí estaban dibujados me encantaban. Irradiaba felicidad en aquel momento. A día de hoy sigo esperando el momento de poder pedir por ebay el juego nuevecito de segunda mano y tenerlo de nuevo en mi colección. Ya simplemente por buenos recuerdos y por coleccionismo, aunque de seguro lo rejugaré otra vez (después de más de mil veces rejugado, jajaja).
También me leí el manual de instrucciones de la consola, por si las moscas. Después, inserté el juego, enchufé la consola y me maravillé con esos bonitos colores que veía. El juego comenzaba con una pesadilla de Hamtaro, y luego le manejabas a él por el mundo que tenías que explorar, muy hermoso todo, lleno de colorines preciosos. Evidentemente al principio estaba muy perdida en el juego, que apenas sabía por dónde avanzar. De hecho, llegue a estar durante dos semanas más o menos estancada en el primer lugar del principio (Pico Sol), en la cueva de la montaña. De hecho fue mi madre quién se pasó esa parte, ahora ya me la sé de memoria, jaja.
Después me seguí maravillando con la playa, Cala Dorada, con el magnífico Parque de Atracciones (Divertiland), dónde Hamtaro y Lacitos podían montarse en la Noria, Las Tacitas... y la Montaña Rusa, dónde en un momento puedes verlo todo como en una especie de primera persona. El lugar que más tiempo me llevó y el que más me gustó fue la Mansión Boo, una mansión de fantasmas y misterios a punta pala. Evidentemente al ser un juego infantil no te puedes esperar gran cosa, pero aquella primera vez me quedé estupefacta y encantada. Luego llegó la Jungla, y el último lugar al que puedes acceder y la zona de la batalla final, la Torre Vill, dónde tenías que hacer un puzzle que se me resistió al principio y tardé horas en completarlo, pero que en realidad era bastante sencillo.
También podías visitar el Ham-Ham Club y jugar a unos pocos minijuegos, coleccionar joyas, accesorios y hacerles fotos a tu parejita. Me encantaba. Jamás tendré unos recuerdos tan buenos que sustituyan a estos. Porque la sensación de aquellos momentos son irremplazables.
A parte de esto, Hamtaro también supuso para mi un antes y un después en el arte de mi propio estilo de dibujo. Al principio, aunque era la que mejor dibujada de mi colegio (no en vano me llevé una medalla de oro en un concurso del día de la paz, jajaja, y solo estaba en segundo de primaria), cuando quería hacer mi propio manga basado en Digimon, no tenía un estilo definido para hacer a las criaturas. Con Hamtaro, empecé a dibujar a los ya conocidos y a los mios propios, luego, esos simpáticos ojillos y la forma de la boca la emplee para el manga que he mencionado antes. Por desgracia, Digimon no era lo mio, y abandoné el proyecto no sin antes continuar dibujando a esos bichitos que había creado. Siguiendo con esto, luego llegó Bobobo y retomé ese proyecto con esos monstruitos y muchas cosas nuevas, algunas cosas basadas en Bobobo y otros muchos más.
Continue haciéndome con cosas de Hamtaro, desde peluches, figuritas (las cuales algún día espero poder completar, aunque sea misión imposible), y los distintos videojuegos que salieron para GBA (Juegos Ham-Ham, una obra de arte, y Rainbow Rescue) y hasta uno más viejo todavía de Game Boy Color (que mi padre compró hará cuatro años) que era Hamtaro Ham-Hams Unite. También me llegué a descargar las películas en japonés, que aunque no estén subtituladas, te enteras de las cosas. No son películas demasiado complejas de entender. Y si ya conoces a los personajes y el universo en general, te cuesta aún menos.
Hace poco descubrí que hay una nueva serie de Hamtaro, dónde, ya no es colorines como si estuviesen hechos a lápices de colores, si no por diseño de ordenador. Y la verdad, vi unos pocos aunque en japonés y ha perdido por completo la chispa. No es lo mismo que antes. Ya ni parecen hámsters si no fuera porque comen pipas y ruedan en unas ruedas para hámsters. Y es una lástima, porque prometía. También creo entender que era un reinicio de la serie, así que a mi me echaron aún más para atrás. Siempre me quedarán los capítulos de las temporadas originales. Ojo, lo que voy a decir en este siguiente reglón será spoiler: además, en el último capítulo de las temporadas originales, Manchitas y Pimienta, ¡se casan!
Los últimos juegos conocidos fueron en DS: uno de Quiz con toques RPG y uno más infantil para que los niños aprendan a escribir, contar, etc. El segundo salió en España. Lo probé, y a comparación del japonés el español es un horror. Tradujeron como quisieron los nombres de los hámsters (Jefazo como Gran Jefe, Manchitas como Comidín, y otro largo etcétera), y además en el original japonés habían dos cosas muy interesantes: los hámsters usaban las voces originales del anime japonés y Cerebrín tenía dos minijuegos. El segundo trataba de ver si estaba bien escrita la palabra de cierto animal u objeto... y que decir, la verdad es que te ayudaba para aprender japonés. Pues, mi sorpresa fue que en castellano las voces fueron sustituidas por cualquier voz fea que pudieron meter, con frases que solo eran balbuceos (algo como "buba buba baba bupa" y cosas así), y el minijuego que digo de Cerebrín fue eliminado... pudiendo haber hecho algo más interesante para practicar lengua para los niños de aquí. En fin, chasco. Vale que Hamtaro es para un público más infantil, pero es que hasta Juegos Ham-Ham, Rompecorazones y Rainbow Rescue no era tan "bobo" y lo podiamos disfrutar hasta los más mayores. Y espero con ansias un juego en 3DS. Aunque esté en japonés, me basta con saber que tendrá videojuego. Y seré feliz, aunque a distancia y sin poder jugarlo nunca.
A parte de todo esto, siempre he estado inventando mis propios hámsters. Algunos han ido, otros han venido... y muchos que me convencieron se han quedado. Además, tras jugar al Animal Crossing siempre me imaginé un juego así en Hamtaro con sus propias ideas, mundo, y demás, y mezclando la base con el juego de Ham-Ham Games, el de deportes, sería un juego precioso. De ahí la entrada del "Fanrom de Hamtaro", dónde espero algún día hacer un rom de Hamtaro para mi especialmente si no lo pueden disfrutar los demás, pero estaré satisfecha.
Hamtaro, esa serie que por más que pasen los años desde que los ví a los 7-9 años, jamás los olvidaré, y siempre me gustará y será mi serie favorita. ¡Hamha!*
*Hamha es "Saludo" en el idioma ham-ham (en los videojuegos) y Graciós es Adiós en el mismo.
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